viernes, 11 de abril de 2014

VIVIR CON TRASTORNO BIPOLAR


“Mi propio cerebro es para mí la más
misteriosa de las máquinas, siempre
excitado con un zumbido continuo,
volando hacia las alturas para
después caer en picado y hundirse en
el barro. ¿Y por qué? ¿Qué persigue
esta pasión?”
Virginia Woolf (Autora inglesa, 1882 – 1941)




El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave que afecta al estado de ánimo y al comportamiento.
A veces se da por supuesto que los síntomas de enfermedades mentales como el trastorno bipolar se deben a algún tipo de debilidad o defecto de carácter. No es verdad. Las personas con trastorno bipolar no eligen su enfermedad, como tampoco lo hacen las que padecen diabetes o artritis. El trastorno bipolar aparece cuando algo no funciona bien en el cerebro. Nadie debe sentirse culpable porque no es culpa de nadie.
De hecho el trastorno bipolar es una de las enfermedades mentales más frecuentes. Incide entre el tres y el cinco por ciento de la población adulta mundial1 y afecta tanto a hombres como a mujeres, así como a niños. En la mayoría de los casos, el trastorno persiste muchos años. Puede durar toda la vida, desapareciendo en algunas ocasiones y volviendo a aparecer meses o incluso años después.
Vivir con el trastorno bipolar es duro. Lo es también para los familiares, cuidadores y amigos. El trastorno bipolar es una enfermedad que origina cambios importantes del estado de ánimo, desde una infelicidad profunda a un estado de euforia intensa, o a estados mixtos en los que la excitación se mezcla con sentimientos de profunda tristeza.
Los psiquiatras utilizan las palabras “depresión” o “episodio depresivo” para describir la infelicidad observada en el trastorno bipolar, y “manía” o “episodio maníaco” para describir la euforia. También existe una forma más leve de manía denominada “hipomanía”.
Son estados de ánimo que pueden durar varias semanas o meses y van mucho más allá de los típicos cambios de humor considerados “normales”. Las consecuencias suelen ser un comportamiento difícil, relaciones personales dañadas y serias limitaciones en el rendimiento escolar y laboral. Por desgracia, el
trastorno acarrea también la estigmatización, que lleva a la discriminación y al aislamiento. Todo ello reduce la calidad de vida de manera significativa.
La buena noticia es que, una vez diagnosticado el trastorno bipolar, todas estas consecuencias negativas se pueden subsanar. Con un tratamiento eficaz se consigue mantener bajo control los severos cambios de estado de ánimo, lo que a su vez permite a los pacientes y a los que les rodean empezar a rehacer sus vidas.


¿QUIÉN PUEDE TENER TRASTORNO BIPOLAR?

Cualquier persona puede sufrir trastorno bipolar. El trastorno afecta a hombres, mujeres, niños y adolescentes. Sin embargo, algunas personas parecen tener un mayor riesgo que otras.
Los factores de riesgo son:
- Antecedentes familiares. Si un pariente cercano ha tenido trastorno bipolar, usted podría tener un mayor riesgo.
- Abuso de drogas o alcohol.
- Acontecimientos estresantes. El trastorno bipolar puede desencadenarse por cualquier tipo de situación de estrés, ya sean acontecimientos desagradables (como un divorcio o la muerte de un ser querido) o acontecimientos positivos (como casarse u obtener un ascenso en el trabajo).
- Enfermedad. La enfermedad física puede a veces desencadenar trastorno bipolar.
- Trabajar en turno de noche. La alteración de los patrones de sueño se ha asociado a la aparición del trastorno bipolar2.

SÍNTOMAS Y SIGNOS INICIALES

El trastorno bipolar puede comenzar con una amplia variedad de signos y síntomas, dependiendo del individuo. Ninguno de estos síntomas por sí solo indica que se padezca definitivamente trastorno bipolar. Sin embargo, si ha observado que tiene al mismo tiempo algunos de estos síntomas o si observa que pasa de síntomas maníacos a síntomas depresivos, debe buscar ayuda médica.

Síntomas de Manía
Autoestima exagerada
Imprudencia
Irritabilidad
Movimientos nerviosos o agitados
Menos necesidad de dormir
Niveles de energía elevados
Gasto excesivo de dinero
Tener una opinión poco realista de sus propias capacidades
Aumento de la líbido (impulso sexual)
Hablar mucho más deprisa de lo normal
Iniciar conversaciones con extraños
Sentirse eufórico, exultante, como nunca se ha sentido
Reírse mucho (incluso de cosas que no sean graciosas)
Tener infinidad de ideas nuevas y excitantes
Saltar de un pensamiento a otro
Pérdida de concentración
Tomar decisiones impulsivamente, sin meditarlas
Hacer innumerables cambios o planes
Llamar por teléfono a altas horas de la noche

Síntomas de depresión
Sensación de tristeza, angustia o vacío
Pérdida de interés o placer en todas o en casi todas las actividades
Dificultad para afrontar situaciones
Dificultad para pensar correctamente. Lentitud de pensamiento, falta
de memoria
Tener problemas para conciliar el sueño o despertarse muy temprano
Dormir demasiado. Estar en la cama todo el día
Pérdida o aumento de peso de forma excesiva
Falta de apetito o aumento del apetito
Falta de energía
Sensación constante de cansancio
Preocuparse en exceso y sentirse abrumado
No preocuparse de la salud física
Descuidar el aspecto personal. Vestir ropas extrañas o inapropiadas
(ropa de invierno en verano, por ejemplo)
Descuidar la higiene personal
Incapacidad para llevar a cabo rutinas cotidianas
Ideas suicidas
Falta de concentración. Ser incapaz de leer un libro o incluso de ver la televisión
A veces, las personas con trastorno bipolar pueden padecer una mezcla de síntomas
maníacos y depresivos. Este es el denominado “estado mixto”. Por ejemplo, usted
puede sentirse hiperactivo e irritable y hablar mucho, pero al mismo tiempo, sentirse
también triste y desesperado.

¿QUÉ SE SIENTE CON TRASTORNO BIPOLAR?

Hipomanía 
“Como si fuera borracho por la vida”
“La alegría me traspasa las venas”
“Mi creatividad va a toda marcha”

Manía 
“Uno se siente bien al principio y luego se convierte en
un monstruo”
“Estoy tan agitado que quisiera romper todo lo que me rodea”
“Estoy totalmente fuera de control

Depresión 
“Como si estuviera en un pozo”
“Me hundo en un agujero negro”
“Todo se detiene”

Estado mixto 
“Todo está desincronizado”
“Es una sobrecarga emocional”
“Como estar en arenas movedizas”



¿CÓMO AFECTARÁ EL TRASTORNO BIPOLAR EN LA VIDA DE UNA PERSONA QUE ACABAN DE COMUNICARLE EL DIAGNÓSTICO? 

 Es probable que su vida cambie a partir del momento en que se le diagnostique la enfermedad. Desde un punto de vista positivo, a partir de ese momento usted se encuentra en una posición mucho mejor para recibir el tratamiento más adecuado para su trastorno, y que le ayudará a reducir y aliviar sus síntomas. No hay duda de que esto mejorará su vida extraordinariamente. Por otro lado, tendrá que aceptar el hecho de que padece una enfermedad mental crónica, lo cual es sin duda todo un reto. Pero, con la ayuda y orientación correctas, es un reto que se puede superar.

¿COMO PROGRESARÁ LA ENFERMEDAD?

Con un buen tratamiento, la mayoría de las personas con trastorno bipolar tendrán períodos de su vida en los que no tengan ningún síntoma. Sin embargo, es probable que los “episodios” maníacos y/o depresivos recurran de vez en cuando. La frecuencia con la que esto suceda y el tiempo que transcurra entre las recurrencias depende de la persona, de cómo funcione el tratamiento y de otros aspectos, tales como si padece o no otra enfermedad. Si no se trata, el trastorno bipolar tiende a empeorar con el tiempo, motivo por el cual es tan importante que se diagnostique pronto y se empiece con el tratamiento adecuado.


PAUTAS PARA FAMILIARES QUE NO SABEN CÓMO ACTUAR

“Es un trastorno que afecta a millones de
personas y yo soy una de ellas. Si haber
revelado que tengo el trastorno bipolar anima
a otra persona a buscar ayuda, entonces vale
la pena. No hay necesidad de sufrir en
silencio y no hay vergüenza alguna en
conseguir ayuda”.
(Catherine Zeta-Jones.Actriz británica. 1969-)


“¿Por qué ha tenido que pasarnos a nosotros?” Esta es una pregunta que en algún momento se han planteado muchas personas cuya familia se ha visto afectada por el trastorno bipolar.

Hay varias cosas que los familiares pueden hacer para ayudar a sus seres queridos a superar su enfermedad, sin renunciar a su propia vida:

Aprenda todo lo que pueda sobre el trastorno bipolar, cuanto más aprenda menos desamparado se encontrará. Busque los grupos de apoyo local y los servicios que haya en su zona. Únase a un grupo de apoyo a los familiares, para compartir experiencias y ayudarse mutuamente. Busque grupos de apoyo y foros de familiares en Internet. Muchos tendrán historias y experiencias similares a las suyas. Mantenga los canales de comunicación abiertos con su ser querido, incluso durante los períodos de conducta difícil. No siempre lo agradecerán, pero probablemente sí lo harán en un futuro Aprenda a detectar las señales de alarma de una recaída. Elabore un plan anticipadamente con su ser querido para que ambos sepan cómo actuar en momentos de crisis. Ayude a su ser querido a organizar su vida con calendarios, diarios y otras herramientas de apoyo. Anímele con tacto a que se tome la medicación. Intente mostrarse comprensivo si no lo hace. Reconozca las señales de alarma de riesgo de suicidio. Póngase en contacto inmediatamente con el equipo médico o acuda rápidamente a los Servicios de Urgencias si cree que su ser querido está en peligro. No asuma el mando. Debe animar a su ser querido a vivir de la forma más autónoma posible. No deje que asuman el mando por usted, asegúrese de que mantiene su propia vida. No deje de lado a otros miembros de la familia, ellos también necesitan su amor y atención.


TESTIMONIOS

El punto de vista de la madre de Emilia 
Cuidar a una persona con trastorno bipolar ha sido una verdadera montaña rusa. He pasado por todas la emociones imaginables. Enfado, negación, dolor y pánico. Pero también esperanza, alegría y orgullo. He sacrificado mucho, mi trabajo, mi vida social, muchos amigos y mi matrimonio se han visto sometidos a una gran presión. Más tarde mi hija me dijo que estaba muy contenta de que la familia hubiera permanecido unida. Pero se trataba de una situación inestable. Cuanto más aprendía sobre la enfermedad, más fácil se hacía. Hoy en día mi hija está bien, es independiente y lleva su propia vida. Yo colaboro con varias organizaciones de familiares y cuidadores nacionales e internacionales. Es un trabajo muy duro, pero muy gratificante. No es la vida con la que había soñado, pero es una buena vida, y no se puede pedir más.

El punto de vista de Emilia 
Me he sentido sola durante mucho tiempo. Nadie entendía por lo que estaba pasando porque en realidad ni yo misma me entendía. No sabía si el problema estaba en mí o en el mundo exterior. Había veces en las que me sentía exultante y, ni mi familia ni mis amigos, podían entenderme cuando, de pronto, no podía ni levantarme de la cama. Pensaban que era una vaga o una arrogante o que atravesaba algún tipo de proceso personal. Al final terminé por sentirme culpable e inútil, además de deprimida. Más tarde, cuando me diagnosticaron la enfermedad y empecé el tratamiento, me di cuenta de que ya no tenía que sentirme mal conmigo misma nunca más. Ahora estoy tomando más control sobre mi vida y estoy reparando los puentes rotos con mi familia. Hay algunos amigos que nunca regresarán, pero no pasa nada. Hago amigos nuevos cada día.

El punto de vista del padre 
Para mí, el día en que mi hijo Miguel fue diagnosticado fue devastador. Hasta ese momento creo que siempre había creído que su extraño comportamiento era debido a una etapa transitoria, algo que terminaría por pasar con el tiempo. Ahora, de repente, me he dado cuenta de que mi vida, la vida de Miguel y de nuestra familia nunca volverá a ser la misma. Me llevó mucho tiempo aceptar esta situación.

El punto de vista de Miguel 
En muchos sentidos, el día en el que me diagnosticaron la enfermedad fue un buen día para mí. Era una prueba de que no me lo estaba imaginando todo. Realmente había algo en mí que no funcionaba y tal vez ahora podría recibir ayuda. Pero al mismo tiempo tenía realmente miedo de perder el control sobre mi vida. No quería verme definido por mi enfermedad, ni que ella me condicionara en todo.

 El punto de vista de Elena 
Mi marido, Guillermo, tiene trastorno bipolar desde antes de casarnos, hace 30 años. Realmente siempre lo ha controlado bien. Ha tomado su medicación, ha estado sometido a una gran presión en su trabajo y ha ayudado a criar a nuestros dos hijos. Pero todo cambió cuando se jubiló el año pasado. Dejó de tomar las pastillas, se puso muy agitado y empezó a hacer planes ridículos y a comprar cosas que no necesitábamos. Con el tiempo incluso se fue de casa. Yo estaba muy preocupada y le echaba mucho de menos. Todos los miembros de la familia nos aseguramos de que Guillermo tuviese el apoyo adecuado del equipo de psiquiatría. Pero a veces me preguntaba: “¿Y qué pasa conmigo? ¿Quién me apoya a mí?” Contacté con un grupo de apoyo a los familiares de personas con trastorno bipolar. Sólo el tener alguien con quien hablar me era un alivio tremendo y me sirvió para darme cuenta de que nada de lo que pasaba era culpa mía. Poco a poco, y con mucho tacto, me las arreglé para convencer a Guillermo de que volviese a casa. Es maravilloso tenerle de nuevo con nosotros. Las cosas todavía son difíciles, pero están mejorando.

El punto de vista de Guillermo
Cuando me jubilé, pensé: “Esto es fantástico. Ahora puedo vivir la vida que siempre he deseado”. Me compré un coche más rápido, me mudé a un lujoso apartamento nuevo, decidí aprender a tocar el piano y me hice socio de un club de golf. Seis meses después me encontré a mí mismo viviendo solo, rodeado de material deportivo sin usar y con un piano que nunca podría tocar ni acabar de pagar. Debo admitir que me vine abajo. En ese momento las cosas me parecían muy sombrías. Afortunadamente, mi familia fue un apoyo increíble. Cuando me fui de casa, mis hijas siguieron pendientes de mí y se aseguraron de que mantuviese el contacto con el equipo médico. Después, cuando empecé a sentirme deprimido, mi mujer venía a verme y se preocupaba de que comiera adecuadamente. Con el paso del tiempo venía a verme tan a menudo que tenía más sentido para mí volver a casa. Ahora me voy encontrando un poco mejor. Estoy muy agradecido a todos los que me han ayudado, siento también humildad y estoy muy avergonzado por todos los problemas que he causado.

Fuente: Aprendiendo a vivir con trastorno bipolar (Guía practica)

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